Álvaro Pop

En la ciencia política el Gabinete de Ministros de Gobierno es el equipo de más alta confianza y mayor capacidad que un presidente o jefe de Estado convence para acompañarlo en el ejercicio de la administración pública desde las especialidades que la componen.

En la mayoría de los casos está definido desde la misma constitución. Por ejemplo, en la Argentina en su artículo 100 dice que “el jefe de gabinete de ministros y los demás ministros secretarios cuyo número y competencia será establecida por una ley especial, tendrán a su cargo el despacho de los negocios de la Nación, y refrendaran y legalizaran los actos del presidente por medio de su firma, sin cuyo requisito carecen de eficacia…”

En Bolivia en el artículo 99 “los negocios de la Administración Pública se despachan por los Ministros de Estado, cuyo número y atribuciones determina la ley.” En Chile dice que “los Ministros de Estado son los colaboradores directos e inmediatos del Presidente de la Republica en el gobierno y administración del Estado.” Art. 33.

En Costa Rica en el Articulo 141. “para el despacho de los negocios que corresponden al poder Ejecutivo habrá los Ministros de Gobierno que determine la Ley. Se podrá encargar a un solo Ministro dos o más Carteras.” Guatemala: Articulo 193. “Ministerios. Para el despacho de los negocios del Organismo Ejecutivo, habrá los ministerios que la ley establezca, con las atribuciones y la competencia que la misma señale.”

Luego de doscientos años de vida política como “Estado independiente”; de más de un siglo de la construcción no consensuada de “símbolos patrios” que nos han enseñado a temer como símbolos de poder “jurando en el nombre de la sangre y de la tierra” y de la instalación de sistemas políticos, legales y económicos que mantienen y han ampliado la desigualdad, el racismo y la corrupción a límites insospechados, es menester hacer una parada en el sendero político de “la Nación” y transformar su rumbo.

Hay mucho que hacer, pero deberíamos empezar con analizar ¿cómo queremos que sea el equipo de alta responsabilidad que dirija el Estado? ¿qué calidades deben tener los miembros del Gabinete de Ministros de Estado que tienen que darle rumbo, prevenir y resolver problemas, armonizar posiciones; conocer el pasado, ¿comprender el presente y plantear escenarios positivos de la sociedad? En suma, un equipo para darle confianza a la sociedad en su rumbo; que, aunque esté viviendo graves problemas estructurales o coyunturales, reconozca en sus ministros capacidades de identificar opciones de salida, de articular equipos eficientes, eficaces, efectivos y transparentes que hagan caminar a las comunidades nacionales que la integran, hacia un destino común de prosperidad y justicia social.

Constituir un grupo así es la mayor capacidad de un líder nacional. De un presidente. Una virtud que también deben tener los miembros de su Gabinete de Ministros de Estado para llevar a feliz término “los negocios de la Nación” o de las naciones que aceptan y pactan participar del Estado como destino común.

Un economista brillante, un empresario exitoso, un académico con reconocimiento, un agrónomo de excelente recorrido profesional; un médico de probadas dotes en el cuidado de la salud, un maestro pedagogo muy querido, un ingeniero civil con aplaudidas construcciones, no garantizan que al nombrarlos sean los ministros que la sociedad necesita. No garantizan un éxito en su gestión.

La lección más importante que recibimos de los tiempos pasados es lo que no hemos tenido, ministros y ministras con conocimiento y experiencia en la administración pública. Con honestidad probada. No comprada en los medios. No vendida por publicistas. Con vocación y con aptitud de servicio. Con la convicción que el Estado tiene que fortalecer sus servicios a la población y que sobre todo no juegue al “transvestimo funcional”.

La administración pública no es una empresa comercial. Las escuelas de negocios no enseñan a hacer Estado, a hacer administración pública. Las empresas de negocios se basan fundamentalmente en la libertad del mercado para lucrar. Para tener día a día más ganancias demostradas en sus cuentas bancarias. La administración pública es otra cosa. La función del Estado es la búsqueda y la concretización de la felicidad de la sociedad, de la confianza en que el rumbo que se está tomando tiene ese beneficio en el horizonte de “la comunidad imaginada” que comparte el “destino común” a partir de sus indestructibles lazos de solidaridad.

El gabinete de ministros de Estado es la manera más concreta de hacer cumplir con “la unidad en la diversidad”, porque los deberíamos ver como nuestros, vernos reflejados en ellos y en los resultados de su gestión.

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